El Dr. Francisco Antonio Rodríguez Jiménez, nacido el 8 de enero de 1918 en la provincia de Monte Cristi, República Dominicana, dejó un legado significativo tanto en el campo de la farmacia como en el ámbito empresarial.

Tras obtener su título de Doctor en Farmacia, decidió regresar a su pueblo natal y establecer la farmacia Miguel, en honor a su hermano Miguel, quien falleció en la tragedia de Río Verde el 11 de enero de 1948. Su compromiso con la comunidad y su deseo de servir a los demás se manifestaron desde los primeros días de su carrera.

Francisco inició su carrera profesional como visitador médico para la Eli Lilly Corporation de los Estados Unidos, donde trabajo durante varios años. Sin embargo, su espíritu emprendedor lo llevó a fundar su propia distribuidora de medicamentos en 1955, ubicada inicialmente en la calle José Reyes bajo el nombre de Profarca. Más tarde, trasladó su empresa a la calle Santomé #49 y la rebautizó con su propio nombre, “Frank Rodríguez Jiménez C. por A”.

Como presidente y administrador de su empresa, Francisco era reconocido por su integridad moral y su compromiso con la excelencia. Representó a diversos laboratorios extranjeros de medicamentos, estacándose por su profesionalismo y ética en los negocios.

En colaboración con el Dr. Andrés Sallent, Dr. en Química, Francisco dio vida a la idea de fundar su propio laboratorio de medicamentos en 1972, llamado “Industria Farmoquímica C X A”. Este laboratorio dominicano ganó renombre por la calidad de sus productos, los cuales distribuía la empresa de Francisco.

Además de su éxito en el mundo empresarial, Francisco era conocido por su generosidad y afabilidad. Disfrutaba ayudando a sus colaboradores y empleados, y era apreciado por su carácter amable y sincero.

Francisco fue accionista y contribuyo con el desarrollo de varias empresas prominentes, incluyendo Seguros América, Telecable Nacional, Amhsa, Costa Atlántica C. X A., y la Asociación Dominicana de Ahorros y Préstamos, entre otras. Su visión y liderazgo contribuyeron al desarrollo y crecimiento de estas empresas, dejando una marca indeleble en el tejido empresarial de la República Dominicana.

El legado del Dr. Francisco Antonio Rodríguez Jiménez perdura en la memoria de quienes lo conocieron y en la industria farmacéutica y empresarial de su país, donde su nombre sigue siendo sinónimo de excelencia, integridad y dedicación al servicio.